por Esmeralda del Rocío Vera Ibáñez
Nadie desea vivir con rabia, impotencia, odio, miedo, rencor, vergüenza, angustia y culpa. Solo por el hecho de recordar las ofensas recibidas por las personas mas significativas de nuestras vidas, el sentimiento que nace de una ofensa también crece y se desarrolla, como todo lo que tiene vida, pero si no le damos forma y nos aliamos a este sentimiento en muy poco tiempo nos destruirá. Sin embargo pocas personas están concientes de este efecto.
Durante una encuesta realizada a 500 personas se les pregunto lo siguiente:
1.- Si alguien lo ofende ¿Esta usted dispuesto a perdonarlo? SI NO
2.- ¿Sabía usted que el perdón es una opción factible para vivir en paz? SI NO
3.- ¿Alguna persona le causo tanto dolor, que aún sufre al recordarlo? SI NO
4.- ¿Le gustaría sanar transmutando el perdón? SI NO
Las respuestas 1, 2 y 3 fueron negativas y la 4 fue positiva, algunos de los encuestados se sonríen, otros se mostraban interesados en el tema, lo que me llevo a la conclusión que no están familiarizados con el efecto del perdón, pero mas tristeza me dio, que en el andar de la vida no nos percatemos de la importancia de perdonarnos y perdonar a los otros, ni nuestros propios padres que son la médula central de lo que somos conocen este recurso de sanación. Hasta el momento aparte de la religión y el programa de los 12 pasos de alcohólicos anónimos son los únicos que hablan del perdón como valor primordial y curación del hombre. En la cultura occidental moderna, el perdón es de uso exclusivo y responsabilidad de las instituciones religiosas.
En mi óptica particular el perdón debería ser incluido como platillo principal en la mesa de cada familia, en los valores de cada empresa, en la sonrisa de cada docente y en la mirada de cada pareja, así como esta en el credo de cada religión. El teólogo y filósofo Paul Tillich escribió “El perdón como una respuesta implícita en nuestra existencia, el perdón repara lo que esta roto, el perdón libera al corazón atrapado, el perdón quita las manchas de la culpa y lo vuelve a su estado inmaculado, el perdón regresa la inocencia que conocimos en otro tiempo y que nos permitía la libertad de amar.”
Todos tenemos diferentes conceptos preconcebidos del perdón, estos conceptos están acompañados de las creencias, sentimientos y experiencias vividas de cada persona y están tan arraigadas por el tiempo y por el dolor que cuesta trabajo echarlos abajo, por eso cuando le sugieres a alguien que perdone su respuesta inmediata es de protesta exclamando ¡Yo porque! Quien me ofendió fue él o ella, yo soy la ofendida (o) esta es una reacción común.
Después de ser lastimados llega el coraje y una serie de sensaciones que no sabemos explicarnos, pero que vienen acompañadas por etapas o fases y que a continuación te las describo aunque es importante señalar que el orden puede variar dependiendo de la persona.
Las etapas del duelo
(1) La negación.-Primero me sentí perturbada, agitada, conmocionada y me resistía a aceptar su traición pensé ¿Porqué a mi? ¿En que falle? ¿Por qué me dejó de amar? Esa noche mis ojos no dejaban de llorar y mis hijos lloraban junto a mi, a partir de ese momento las noches y los días eran iguales, tristes, vacíos, cualquier pretexto era bueno para no estar en casa, quería comer y estaba inapetente, quería dormir y padecía insomnio, quería respuestas y sólo encontraba preguntas, quería gritar y me quedaba en silencio.
(2) La negociación.- Luego trate de reconquistarlo, le ofrecí lo que durante mucho tiempo había estado reprimido en mi y era el amor que sentía por él, yo creía que antes de lo sucedido todo estaba bien, pero nunca le pregunte si estaba a gusto, ni tampoco le pedí lo que yo necesitaba, él estaba inerte, percibí que ya no le importaba lo que yo sentía, seguí insistiendo era como querer dar marcha atrás de algo que ya no tenía remedio, hable con él hasta la madrugada, aproveche para decirle lo que había callado y liberé mis sentimientos, mi pasión, pero también comprendí que de nuestra relación, el amor se había muerto, pero yo seguía viva y tenía que hacer algo con mi vida, no podía permitir que se consumiera. Es mi vida y soy la responsable de cuidarla.
(3) La Ira.- Esta etapa fue la que mas me preocupó, de todas las fases es la peor, la ira es el medio que utilizamos con mayor frecuencia las personas para conservar la autoestima, con la ira nos defendemos cuando nos sentimos agredidos, porque es mas fácil decir estoy enojada que decir me lastimó lo que me hiciste, lo peor es que nos enojamos con las figuras mas importantes como Dios, la familia, el destino, cuando la ira se vuelve crónica ocasiona enfermedades físicas, conflictos emocionales, esterilidad intelectual y fracasos de relación. En la medida que demostremos la ira, será la medida de nuestra incapacidad para resolver los problemas. Esta actitud solo trata de ocultar el verdadero sentimiento de soledad y miedo que sentimos. Yo use la ira contra mí, me reproche, me juzgue, me califique, después de cada sesión de autoterapia aparentemente seguía con una vida normal, quiero que sepan que mi esposo sigue en la casa, eso me dolía mas, tener que verlo y sentirlo cerca pero a la vez distante, al principio mantuvo su deseo de irse, pero se fue quedando hasta el día de hoy. Nuestra comunicación es de carácter informativo únicamente.
(4) La Depresión.- Esta etapa a mí en lo particular me duró muy poco tiempo, gracias a mi terapeuta, los libros de consulta, mi amiga Adelita que fue mi luz y la Biblia, en conjunto fueron mi sostén para mi recuperación parcial y ahora total.
(5) La aceptación es como hablar del perdón, puedes hablar de lo que ocurrió pero ya no te lastima, comprendes que la vida tiene cosas que no puedes cambiar y que duelen, pero eso no implica que termine tu vida, es como cuando nos hacemos una herida nos duele y para que sane es necesario desinfectarla y después continuar con las curaciones, mientras esta abierta nos sigue doliendo y si la tocamos nos duele mucho mas, pero luego empezará a cicatrizar y una vez que cierre ya no dolerá, aunque la toquemos, obviamente nos dejará una cicatriz, pero habrá sanado y nos ayudará a saber como enfrentar problemas parecidos en el futuro
El valor de la vida
Es grandioso como la misma vida te provoca una homeostasis (proceso mediante el cual el organismo satisface sus necesidades, mismas que interactúan con el medio ambiente y le proveen estímulos que dan como resultado una conducta). La vida te causa dolor para que conozcas tu fortaleza, te provoca miedo para que descubras tu valor, te enferma para que valores la vida.
De manera natural estamos expuestos a tratar con una serie de personas con psicologías sanas, equilibradas, serenas entusiastas, optimistas, pero también con personas con psicologías enfermas, hipocondríacas, esquizofrénicas, megalómanas, amorfas, raras, depresivas, pesimistas, asustadizas y desequilibradas, asimismo nos exponemos ha temperamentos coléricos, nerviosos, apáticos, sentimentales, apasionados, sanguíneos, superficiales y profundos y cada individuo tiene su propia personalidad o característica que lo hace único he irrepetible en el mundo, con todos estos tipos de psicologías es imposible entender a cada persona, ese es parte de nuestro problema querer entender a los demás, cuando es mas fácil y productivo empezar por entendernos a nosotros mismos, así como es mas fácil cambiar lo que hacemos para lograr nuestros deseos, que cambiar nuestros deseos y vivir frustrados por no lograr nuestros sueños.Confusiones del perdón
Quiero aclarar que perdonar no es aceptar comportamientos negativos sean propios o ajenos, perdonar no es aceptar la violencia, la agresión, la mentira, la infidelidad, perdonar no es olvidar lo que sucedió, perdonar es recordar sin sentir dolor, perdonar es asimilar lo sucedido sin que surja ningún conflicto psicológico o físico como rezago de amargura. Según el diccionario de la real lengua española, la palabra amargura significa: Aflicción, sinsabor, disgusto, pesadumbre, melancolía. Y se origina de la siguiente manera: Se recibe una ofensa y no se perdona. Al no perdonar, la ofensa se traduce en Ira, posteriormente, la Ira se traduce en resentimiento. Y el resentimiento da lugar a la amargura. Sí la amargura no la eliminamos, le dará paso a la depresión. De allí que la Biblia, como el manual de la vida, nos invita a perdonar cuando hemos recibido una ofensa. Contamos también con el ejemplo de Jesús al perdonar a sus enemigos: "Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen." Cristo le dio instrucciones a Pedro para que perdonara, no siete veces sino "setenta veces siete" - en otras palabras, siempre que fuera necesario. El enseñó a sus discípulos a orar diciendo: "Perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores" (Mateo 6:12). El perdón es una cualidad divina. Una persona que no perdona no puede esperar un desarrollo en su vida espiritual.
Lo que ocasiona el miedo o estrés
Cuando no hemos perdonado se apodera de nosotros la desconfianza y creemos que todos nos van a ser daño, este sentir conlleva a que tengamos miedo o paranoia. Cuando el miedo surge el cerebro (que es la glándula mas grande del cuerpo) recibe un tremendo impacto sobre el resto de nuestros órganos (sistemas, tejidos, células), inmediatamente es captado por el hipotálamo que es el piloto del cerebro y controla nuestras funciones, descarga adrenalina por el torrente sanguíneo y en menos de un segundo el mensaje de lo que estamos sintiendo lo perciben las personas que están cerca de nosotros. Pero eso no es todo, una vez iniciado el proceso del miedo los bronquios se abren y la respiración es mas profunda, el corazón palpita con velocidad, la tensión arterial va aumentando, la azúcar entra en el torrente sanguíneo para proporcionar mas energía adicional, el aparato digestivo se cierra y los vasos sanguíneos se contraen y frenan el flujo de la sangre provocando palidez, las pupilas se dilatan para ver mejor, los vasos sanguíneos ahora se abren para que fluya mas sangre, los músculos se contraen y nos ponemos tensos, a todo este proceso se le conoce como estrés, miedo, coraje, impotencia y cada vez que se repite este procedimiento se deteriora nuestra salud. ¿Estamos concientes de cuantas veces al día nos ocurre esto?.
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