Los seres humanos funcionamos por patrones que hemos ido adquiriendo a lo largo de nuestra vida. El cerebro funciona por repetición: lo último que le metemos lo repite y lo repite hasta el infinito. Estamos llenos de pautas que repetimos una y otra vez. Los hábitos, las costumbres, las rutinas nos convierten en seres semi automáticos, perfectamente predecibles y previsibles.
El problema de esto es que la mayor parte de las veces lo hacemos inconscientemente, sin darnos cuenta. Repetimos patrones y no somos conscientes de que lo estamos haciendo. Por una parte es bueno e interesante, ya que nos facilita la realización de muchas tareas sin necesidad de prestarles atención. Por otra parte nos lleva a situaciones de bloqueo y nos impide salir de los bucles interminables en los que nos metemos.
Estos patrones son muy poderosos. Los llamamos anclajes y estamos absolutamente rodeados de ellos. De hecho son tan fuertes y están tan arraigados en cada uno de nosotros que romperlos no es nada fácil.
No pienses que porque creas que algo es una buena idea la aceptarás inmediatamente y te moverás hacia ella. No lo harás si ese algo está fuera de tu experiencia y no está basado en un patrón previo. Precisamente eso es lo que te pasa, ¿verdad?, que tienes grandes ideas pero no te pones en camino.
La intención principal del cerebro es crear patrones de experiencia, no ir en contra de la experiencia. Esto ha permitido al ser humano sobrevivir a lo largo de su historia. Pero en este mundo en el que vivimos actualmente, con sus cambios instantáneos, sus mercados cambiantes, la vida competitiva y acelerada, responder a patrones previos de experiencia nos paraliza y necesitamos para sobrevivir escapar de la experiencia con el fin de encontrar mejores vías, nuevas alternativas.
La seguridad que daban esos patrones rígidos al hombre prehistórico, al hombre del medioevo o al hombre preindustrial de finales del siglo XIX ya no son siempre útiles para nosotros.
Te propongo trabajar con algún proyecto que tengas entre manos, algo que quieras implantar en tu vida personal, familiar, profesional o social.
Puedes empezar por cinco pasos:
1. MIRA A TU ALREDEDOR. Tu tarea en este primer paso es crear tu propio espacio. Mira a tu alrededor y fíjate en lo que hay a tu alrededor, aquello que conoces mejor. Tú eres el mayor experto en ti mismo, en tu trabajo, en tu relación de pareja, en tu relación familiar. Nadie conoce ese espacio mejor que tú.
2. PREGÚNTATE qué está ocurriendo en tu mundo, en tu espacio. ¿Por qué y para qué estás haciendo las cosas de esa manera? Explora los distintos aspectos de tu vida y trata de encontrar las razones que te hacen permanecer ahí. Mira debajo de cada hábito, de cada rutina, de cada automatismo y pregúntate qué finalidad tienen, qué ganas con ello.
3. EXAMÍNA el motivo por el que no cambias de camino, por el que no cambias eso que no te gusta, por el que no cortas esa situación, por el que no le das la vuelta.
4. ROMPE ESE ESPACIO de comodidad y plantéate nuevas vías, nuevas, oportunidades, nuevos caminos, haz que ese espacio sea más productivo, más divertido y más afectivo para ti y para quienes te rodean.
5. EXPERIMENTA y mide las consecuencias. Experimenta con esas nuevas ideas, con esas nuevas vías. Medir las consecuencias es una de las mejores herramientas de una inteligencia operativa. ¿Qué ocurre si cambias algo? ¿Cómo lo puedes saber? ¿Cómo lo puedes medir? ¿Cómo confirmarás que merece la pena el cambio?
Con estos cinco pasos puedes diseñar tu nueva idea. Y cuando la tengas, puede empezar con otra, si quieres.
Tu cerebro es un sistema de modelado perfecto y si no fuera así, no podrías vivir. Si tuvieras que procesar toda la información antes de tomar cualquier decisión, incluso la más simple, como decidir qué pasta de dientes vas a comprar, te llevaría toda una semana. Tomamos las decisiones rápidamente porque nos basamos en nuestra experiencia anterior. Si te decides en muy poco tiempo por la marca de la pasta de dientes es porque lo haces basándote en tu experiencia anterior.
La mayor parte del tiempo nuestro cerebro no piensa. Lo que hace es almacenar y buscar pensamientos como patrones de experiencia. Estos patrones piensan por nosotros. Cuando nuestro cerebro reconoce una parte de un patrón, pone en acción todo el patrón almacenado como modelo, tal como vimos en aquel chiste (tema, lema) de cómo se llama la parte blanca del huevo.
Es muy difícil escapar de este sistema. Podrías pensar en cómo escaparte de este sistema, pero es muy difícil hacerlo. Quizás lo haces cuando todos los patrones anteriores han fallado y te sientas a pensar, lejos de los modelos de experiencia anteriores, cómo puedes encontrar una nueva idea diferente a las anteriores. Para eso necesitas detenerte, parar el sistema automático. Y pensar de verdad. Así funciona la creatividad. Pero buscar nuevas ideas no es natural para el ser humano, ya que buscamos constantemente explicaciones dentro de nuestra propia experiencia. Nos cuesta salirnos fuera del bote. Generalmente sólo desafiamos a nuestra propia experiencia cuando no tenemos más remedio, cuando la situación es tan alarmante que no tenemos más remedio que poner en marcha otras perspectivas. Y todo ello con una gran lucha interior, con grandes dudas, con gran sufrimiento. El cambio no es fácil para nosotros. Ni gratuito.
¿Y cómo aprendemos a modelar patrones nuevos? Noam Chomsky, del MIT, investigó una vez cómo hacían los bebés para aprender el lenguaje y descubrió que la única y efectiva herramienta que utilizaban era la repetición. Aprendemos por repetición, por repetición, por repetición. Lamentablemente uno de los grandes errores del sistema educativo actual es que ha caído en desgracia la repetición. Hace treinta años a algún ilustre pedagogo se le ocurrió la brillante idea de denostar la repetición. Yo me aprendí todos los verbos por repetición y no se me han olvidado. Los alumnos actuales no usan la repetición, usan la lógica, pero no se saben los verbos. Es una gran tragedia que no enseñemos a nuestros niños a usar una de las herramientas más efectivas de nuestra inteligencia. El poder de la repetición es la vía más sólida para aprender nuevos patrones. Si construimos modelos nuevos por repetición, es muy importante que entendamos que podemos cambiarlos también por repetición.
Si aceptamos que el aprendizaje natural es por repetición y que por repetición podemos cambiar nuestros modelos, también tendremos que aceptar que por repetición podemos modelar nuestra personalidad. Si alguien dice "soy tímido", en realidad lo que nos está diciendo es que ha establecido la timidez como un modelo repetitivo. Para salir de la timidez tendrá que repetir modelos diferentes.
¿Y cómo cambiar a modelos diferentes? Cambiando la percepción. Pero de eso seguiremos hablando otro día...
¿Cuál es tu punto de vista? ¿Crees que es interesante utilizar la repetición a la hora de aprender? ¿O crees que es mejor usar sólo la lógica, tal como se hace actualmente?
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