Las leyes de la oratoria: discurso eficaz


La ley principal de la oratoria es que toda persona se comunica por algun motivo u objetivo. Todos hablamos por una razón: para pedir algo, consevar algo, solucionar problemas, conversar, solicitar, negociar, etc. Por tal motivo es fundamental que el orador sepa bien su objetivo para no desviarse del tema. Además eso le permitirá estar concentrado en la temática y evitar distracciones y desviaciones del público.

Por lo general se utiliza en la disertación una introducción, nudo o desenlace. Y se debe avanzar de manera progresiva. La introducción es la clave del discurso, ya que si en esa momento no logramos atraer al auditorio es muy posible que no logremos conquistarlo en toda la exposición.

Conviene muchas veces empezar con una pregunta curiosa, de manera de despertar la atención del auditorio (¿A que no se imaginan lo que leí en el diario esta mañana?). De más está decir que la pregunta da paso a la explicación del tema a tratar.

Luego de la introducción, se pasa al nudo. En este se van desarrollando uno a uno los temas nombrados en la intro. Aquí hay que tener cuidado, porque muchas veces con el afan de enriquecer la charla con ejemplos y referencias, podemos apartarnos del tema principal.

Por último nos queda el desenlace o fin de nuestra exposición. Cuando llegamos a esta instancia, el auditoria tiene que tener en conocimiento los puntos principales de la disertación y solamente espera que usted cierre el tema con una conclusión y se despida. Aquí se recomienda hacer un remate con una frase que deje pensando al los participantes. De esta forma les durará mucho más tiempo el “efecto” de la exposición.


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