La ley principal de la oratoria es que toda persona se comunica por algun motivo u objetivo. Todos hablamos por una razón: para pedir algo, consevar algo, solucionar problemas, conversar, solicitar, negociar, etc. Por tal motivo es fundamental que el orador sepa bien su objetivo para no desviarse del tema. Además eso le permitirá estar concentrado en la temática y evitar distracciones y desviaciones del público.
Luego de la introducción, se pasa al nudo. En este se van desarrollando uno a uno los temas nombrados en la intro. Aquí hay que tener cuidado, porque muchas veces con el afan de enriquecer la charla con ejemplos y referencias, podemos apartarnos del tema principal.
Por último nos queda el desenlace o fin de nuestra exposición. Cuando llegamos a esta instancia, el auditoria tiene que tener en conocimiento los puntos principales de la disertación y solamente espera que usted cierre el tema con una conclusión y se despida. Aquí se recomienda hacer un remate con una frase que deje pensando al los participantes. De esta forma les durará mucho más tiempo el “efecto” de la exposición.
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